viernes, 13 de mayo de 2016

Recuerdos de fogones y abuelas.

  Muchos me pondrán a caer de un burro, otros recordarán por lo que se han hecho cocineros y otros simplemente dejaran de leer en este momento, pero esto es la crónica de una muerte anunciada.
No les contaré una historia sobre princesas a la espera de su príncipe azul, montado en un caballo blanco, para que la salve del temible dragón, aunque estando en este país igual vende más, lo hago viral y vive Dios que me haría rico, pero no pienso entrar en ese circo mediático. 
Conocerán todos ustedes esa historia convertida con el paso de los años en una leyenda de esas que concluyen con enseñanza bien útil, no en el sentido de relato falso o inventado, aunque muchos vivan en los mundos de Yupi, nuestros heroes serán esos cocineros que van con paso triunfal al desaliento y al gris panorama gastro-patético, anclado en una fórmula imbatible que con el paso del tiempo sigue demostrando que es apuesta segura y realmente la que gusta, la cocina tradicional, esa cocina que todas las abuelas tenían en sus fogones cuando llegábamos del colegio cuando eramos niños ¡recuerdan!, perecían las brujas de Salem  dando vueltas al puchecho con la pala de madera, por un momento se les aguan los ojos con este recuerdo, pues les daré dos más, tengan un pañuelo a mano, cuando ponía la masa de croquetas a enfriar para luego bolearlas y empanar, mientras nosotros jugando al despiste le dábamos pellizcos y antes de enfriar habías bajado un cuarto de bandeja, ¿que me dicen de las albóndigas?, o voy a ser yo el único que pillaba aquella maravillosa mezcla, antes de que acabaran en pelotitas que pasaba por harina y friera para luego sumergirlas en aquella salsa que llevaba rato a fuego lento haciendo ¡chop, chop!. En esa época no había circo mediático y los payasos llevaban nariz roja y la cara pintada, comíamos escacho y pan con plátanos, perdón, esto en mi caso, recuerden soy de la isla de La Palma, Canarias, pero ustedes lo que fuera, lo importante hoy son los recuerdos. Antes, (en mi época), decías quiero ser cocinero, te miraban como si hubieras dicho quiero ser pu..., bueno ya saben, digo muchos tacos, como si hubieras dicho tengo la lepra, hoy en día es a la inversa todos los niños quieren ser cocineros, ¡Dios salve a la Reina!, lo ven en la tele, cocineros compitiendo haciendo platos preciosos y sofisticados, ¡ole y ole!. Y mi recuerdo es, una olla, un sofrito, una pala de madera y un gorro de cocinero, o me dirán soy yo el único que ve que estos cocineros del Circo du  Soleil, no llevan gorro y no hacen frituras, así estos jóvenes van confundidos, como les dije la otra vez en ¡la cruda realidad!.
No les mentí, no les conté nada irreal o imaginario, simplemente unos recuerdos, una realidades, gusten o no, eso es otro terreno, pero me niego a ser comercial, reniego del profeta gastronómico y pase lo que pase siempre diré las cosas como yo las veo, sin imposiciones, por lo tanto nuestra historia acaba así....
Y fueron felices y comieron perdices con deconstrucción de... ¡¡¡Ferrán  deja dormir al niño.!!!

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