lunes, 25 de septiembre de 2023

Restaurante la O, un lugar de comida casera.

Estábamos buscando un lugar de cocina casera, de esas de las abuelas y que estuviera cerca del aeropuerto, ya saben, es más fácil comer tranquilo y tener el pasaje en la mano, nos recomendaron el Restaurante la O, por lo que nos cuentan antes tenía otra ubicación, pero la cocina es de esa de las de siempre, decidimos pedir varios platos para compartir, ya saben, si repartimos podemos pedir más variantes, eso sí, íbamos por el arroz meloso, uno de los comensales iba con ese capricho.
Iván y Tamara fueron nuestros camareros, unos profesionales de esos que saben lo que se hace en el oficio, rápidos y cercanos, sobre todo sabiendo que no iba a haber fallo en nuestra elección de platos, que se cuiden que de los buenos quedan pocos en este oficio.
Al lío, que no enredamos.
Arrancamos con unas jarras frías, no podía ser de otra forma.
Media ración de ensaladilla, en otros lares sería una, ponen bien de cantidad, no vas a salir con hambre, correcta, punto de jugosidad exacto, de esas que va bien "escachada" la papa e invita a untar en pan, personalmente considero un acierto ese asunto de la cebolla roja.
Seguimos con un queso asado con dos mojos, típico en las siete islas, los mojos aceptables, calidad-precio el adecuado.
Tamara e Iván, no nos olvidemos, ejerciendo ese oficio con soltura, rapidez y buen trato, pendientes en todo momento y a local lleno.
Continuamos con unas garbanzas, un clásico que casi nunca falla, bien ejecutado, el garbanzo entero, con la piel en su sitio y muy bien ejecutado por la cocina, la única pena es que pedimos solo media ración.
Las albóndigas con esa salsa casera, jugosas y divertidas, me niego a escribir más, con eso basta para pedirlas.
Seguimos, una de pollo, nos sorprendió que no estaba seco por ningún lado, bien en su aliño, muy bien tamaño, a veces, las cosas simples son las más atractivas. Definitivamente cocina de esa de las abuelas.
Terminamos con el arroz caldoso.
Justamente eso, punto clavado de caldo, sabor intenso, de los que perduran en boca, una cantidad brutal, merece la pena el viaje.
Cada cosa en su sitio, cada sabor identificable y cada bocado un disfrute, para que pedir más.
Por las prisas no nos dio tiempo a postre, nos entretuvimos mucho comentando el caldoso.
La cuenta no se detalla, pero calidad-precio super correcto.
Que la diosa de los fogones proteja este tipo de restaurantes, esos donde ir a comer nos recuerda esa cocina tradicional, esa cocina sin gilipolleces y que sigue siendo un éxito.
A ese equipo humano que trabaja en el local, simplemente darles las gracias, tanto a los que se queman las pestañas en la cocina como a los que corren en la sala.
Comimos, abonamos la cuenta y ahora con libertad de expresión podemos comentar lo comandado. Gracias a la recomendación que nos hicieron y desde aquí les digo, pasen por allí y pidan el caldoso, merece la pena.
Larga vida al Rock and Roll.

Restaurante la O, un lugar de comida casera.

Estábamos buscando un lugar de cocina casera, de esas de las abuelas y que estuviera cerca del aeropuerto, ya saben, es más fácil comer tranquilo y tener el pasaje en la mano, nos recomendaron el Restaurante la O, por lo que nos cuentan antes tenía otra ubicación, pero la cocina es de esa de las de siempre, decidimos pedir varios platos para compartir, ya saben, si repartimos podemos pedir más variantes, eso sí, íbamos por el arroz meloso, uno de los comensales iba con ese capricho.
Iván y Tamara fueron nuestros camareros, unos profesionales de esos que saben lo que se hace en el oficio, rápidos y cercanos, sobre todo sabiendo que no iba a haber fallo en nuestra elección de platos, que se cuiden que de los buenos quedan pocos en este oficio.
Al lío, que no enredamos.
Arrancamos con unas jarras frías, no podía ser de otra forma.
Media ración de ensaladilla, en otros lares sería una, ponen bien de cantidad, no vas a salir con hambre, correcta, punto de jugosidad exacto, de esas que va bien "escachada" la papa e invita a untar en pan, personalmente considero un acierto ese asunto de la cebolla roja.
Seguimos con un queso asado con dos mojos, típico en las siete islas, los mojos aceptables, calidad-precio el adecuado.
Tamara e Iván, no nos olvidemos, ejerciendo ese oficio con soltura, rapidez y buen trato, pendientes en todo momento y a local lleno.
Continuamos con unas garbanzas, un clásico que casi nunca falla, bien ejecutado, el garbanzo entero, con la piel en su sitio y muy bien ejecutado por la cocina, la única pena es que pedimos solo media ración.
Seguimos, una de pollo, nos sorprendió que no estaba seco por ningún lado, bien en su aliño, muy bien tamaño, a veces, las cosas simples son las más atractivas. Definitivamente cocina de esa de las abuelas.
Terminamos con el arroz caldoso.
Justamente eso, punto clavado de caldo, sabor intenso, de los que perduran en boca, una cantidad brutal, merece la pena el viaje.
Cada cosa en su sitio, cada sabor identificable y cada bocado un disfrute, para que pedir más.
Por las prisas no nos dio tiempo a postre, nos entretuvimos mucho comentando el caldoso.
La cuenta no se detalla, pero calidad-precio super correcto.
Que la diosa de los fogones proteja este tipo de restaurantes, esos donde ir a comer nos recuerda esa cocina tradicional, esa cocina sin gilipolleces y que sigue siendo un éxito.
A ese equipo humano que trabaja en el local, simplemente darles las gracias, tanto a los que se queman las pestañas en la cocina como a los que corren en la sala.
Comimos, abonamos la cuenta y ahora con libertad de expresión podemos comentar lo comandado. Gracias a la recomendación que nos hicieron y desde aquí les digo, pasen por allí y pidan el caldoso, merece la pena.
Larga vida al Rock and Roll.