lunes, 26 de septiembre de 2016

Un día por restaurantes de nostalgia.



Hoy me levanté con aires nostálgicos, recordando esos chiringuitos donde íbamos de niños, disfrutábamos de jóvenes y se vuelven ya una cita obligada marcada en rojo en nuestro calendario. Casas donde hubo y habrá siempre una olla al fuego, y en estos tiempos de lilas, afectados y horteras al fogón, estos viejos roqueros cocinan y atienden al personal con la naturalidad y el estilo de los grandes profesionales. Ésos que cortan, pelan, fríen o asan, limpian las encimeras, barren y se van a casa hasta el día siguiente con el deber cumplido.¿Recuerdan ya o soy el único al que le pasa?. En mi caso puedo decirles que me molaba Casa Asterio, Los Almendros y me ponía muy mucho el Bodegón Tamanca,no puedo olvidarme del Campesino en Barlovento y su Potaje de trigo, una de mis perdiciones, a mis "coleguitas" el Chipi-Chipi o La Parrilla de las Nieves, de más joven recuerdo El Faro en la Avda Marítima y su Pabellón criollo, supongo que cada uno tendrá su recuerdo de ese local donde te comías hasta las uñas y te bebías hasta el agua de las flores, mis amigos aquí en Tenerife siempre me sacan Casa Tomás, el Cañon o cualquier guachinche de los de el norte, una cosa sin igual, pero todos tienen algo en común, un buen asado y buen vino, ahí empieza nuestra gran aventura.Creo no está de más recordarles que cuando la cocina sabia innova, crea e imagina, se arriesga también a caer en la complicación inútil, o en un peligroso barroquismo que incita a los verdaderos aficionados a retornar periódicamente a la cocina del terruño. No sé si recordarán ustedes cuando los mercados eran espacios concurridos, con olor a pescado y regueros de sangre caían al suelo y se limpiaban a manguerazo limpio, yo sí y les prometo que en mi cabeza aún recuerdo cada sensación de los locales donde me mola comer desde niño.

En estos locales saben lo que se hace y donde ponen el ojo, colocan ese trazo maestro que te pone cachondo con cada nuevo plato que sale de su cocina, sin complicaciones ni historias para no dormir. Fijense que estos locales han evolucionado hacia una forma muy particular de interpretar el entorno y los ingredientes de una cesta de la compra primorosa y bien surtida. La mayor parte de las verduras y frutas que utilizan en la cocina proceden directamente del huerto familiar, y su íntima relación con el mundo agrícola y ganadero les permite elegir y ofrecer el mejor producto en el restaurante, estrictamente estacional.De lo que si estoy seguro, es que estos restaurantes que llevan casi medio siglo abiertos, sus platos se distinguirían en cero coma si estuvieran en una rueda de identificación de criminales, recuerden que ejercen una cocina que renueva los votos de los viejos cocineros que nos enseñaron a guisar, el espejo en el que deberían mirarse toda esa tropa de cocineritos que quieren prender mecha sin conocer la pólvora del sofrito.

 Nada hay mejor que buscar refugio en los paisajes de tu niñez, y uno tiene la suerte de poder vivir sumido en ellos.
No sabemos si volverán las oscuras golondrinas que escribía Gustavo Adolfo y aquellos míticos bares con cocina inmediata y hechuras de pueblo, pero por suerte pueblan este mundo personajes que añoran las cosas buenas e intentan recrearlas.

 Dios salve a la Reina, disfruten que vivimos para tres telediarios y recuerden que pase lo que pase la frase acaba con ¡Una cuarta de vino maestro!

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