domingo, 10 de diciembre de 2017
El pescado, Canarias, cocineros, un lio de escrito.
Brillan los pescados, comprados diariamente, no existe local en Europa que iguale las recetas que son capaces de resolver en la cocina de nuestros ancestros. Todos, alguna vez, caminamos hacia la costa y nos plantamos silenciosos en la orilla, como lo hicieran nuestros pescadores, pensando en que cocinar lo que se pescase, al igual que muchos otros pueblos atlánticos, vivimos abrazados a la mar, verdadero azote que se llevó a muchos de nuestros antepasados pero nos permitió ser un pueblo que sigue mirando el horizonte con actitud depredadora, si no me creen, piensen en unas lapas, sardinas fritas, o unos chicharros o el omnipresente bacalao encebollado, no es más que una semilla adormecida vuelta a la vida hace unos años en un entorno paradisíaco del que podemos presumir bien orgullosos los canarios.Y no queda ahí la cosa, amigos, pues gracias a mi escasa capacidad de concentración y estudio ante los libros y debido a mi absoluta obsesión por la cocina, todo hay que decirlo, que uno está hasta el rabo de escuchar sandeces y harto de que algunos sumos sacerdotes de la profesión no vean la riqueza en calidad del producto canario,¡¡¡ me enredé!!!, a lo que iba, ... mi absoluta obsesión por la cocina, les diré, guste o no, que en eso de dar una variedad a la elaboración del producto marino como en Canarias en muy pocas localidades del territorio de esta patria se hacen, al recetario y la historia me remito.
Por suerte hay muchos locales que sin necesidad de notas de prensa, ni sorbeteados de miembro viril a los tarados mandones del reino, ni “fotoshop” ni esas mamonadas que hoy tanto se estilan, han sabido defender ese recetario marinero de todas las islas, ¡¡¡ ay esa marinera que hace mi viejita en La Palma!!!, abiertos a la tradición del mar, a las huertas y proyectándose hacia el futuro con ese peculiar estilo que es una agradable puesta escena nada impostada, sabrosa y contemporánea. Dirán que estoy sensible e incluso un poco sensible, pero consiéntanme un cierto regodeo en las gracias que adornan al pueblo donde pegué el primer berrido,pero sin conformarse tan sólo con respetar la cocina tradicional, han sabido mejorar el recetario heredado de tías y abuelas.
Se que no viene con el asunto de hoy, pero recuerden que este oficio,es carrera que nunca termina para la que se requiere un espíritu y una perseverancia quijotescas.
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