lunes, 10 de octubre de 2016

Un día por el Bodegón Bonifacio, un restaurante que es un clásico.





Pensar en el norte de Tenerife es pensar en una cocina de siempre, así que nos subimos al coche pusimos Calle Los Perales 72 San Juan de Tacoronte y para allá que nos fuimos.

Llegamos al Bodegón Bonifacio, puede llegar a ser uno de esos destinos predilectos cuando a uno le preguntaban dónde celebrar la vida, Pili Dorta una guerrera de los fogones lleva de su mano una cocina de esas que llamarías casera porque sin duda es como comer en casa, junto con Yazmina y Saray en sala,ellas gastan una cortesía y profesionalidad del hostelero de siempre, atento, raudo, sin chorradas ni amaneramientos absurdos. Son unas fenómenos y siempre están dispuestas a agradar al sediento y al hambriento.

En su carta destaca el pulpo frito, secreto ibérico o sus solomillos, también clásicos revueltos o queso asado con buenos mojos que te reconcilian con la estúpida humanidad por los siglos de los siglos, amén.

El ambiente es animado, la gente se acerca allí a gozar a dos carrillos y si uno tiene el espíritu enchufado como el del correcaminos de la Warner correrá a coger sitio raudo y veloz.
No se les vaya la pinza jamando ese queso o sus revueltos y recuerden dejar hueco en el estómago para el secreto ibérico y tope jugoso o el pollo al ajillo, que entran por su boca bien escoltados de lechuga tierna y papas fritas de las de verdad verdadera, o para el solomillo, los chicharros fritos o lo que se tercie y les apetezca.

Empezamos con un queso asado, algo que suelo pedir siempre en este tipo de locales en mi caso, por ello mis acompañantes no les quedó de otra. Sencillo, habitual pero siempre una buena elección, si encima el mojo acompaña ideal,¡ay, qué ricura!.

En nuestro caso pedimos pulpo frito, nos pudo esa tentación que si fuera en época de Adán y Eva seguro sustituiría a la manzana, su punto exacto de fritura,esa que hace cras cras con unas papas guisadas y mojo de cilantro, bendita cocina canaria.

Terminamos con la carne de cabra, quién no lo haría, como dice el anuncio "que suerte vivir aquí".

Pili aquí demostró su mano para este oficio, seguro mi viejita daría volteretas con este plato, le gusta muy mucho, tierna, punto de picor que mola, una salsa en su textura.

Como es sobradamente conocida mi devoción por la tradición gastronómica, escribiré hoy merecidas loas al trabajo que hacen en esta casa porque mola, hablamos de comida mientras comemos y de bebida mientras bebemos y cada bocado lo comparamos con otros que pasaron a mejor vida y cada recuerdo se cubre de adjetivos provocando preguntas y más preguntas. Sobre la mesa seguiremos desgranando recuerdos de otros festines, ante la mirada atónita de los que nos escuchen…Hoy los honores son para este equipo del Bodegón Bonifacio por sobrados méritos y por esa capacidad de renovarse y no sucumbir al desaliento, al cansancio y a esa locura del cambio de milenio y de los tiempos raros y de los hábitos esperpénticos y por continuar ahí batallando sin aliento y sin descanso.

Cuando se avecina marejada, conviene recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Disfruten y diviertanse, nosotros miraremos los postres después de apurar nuestra copa de vino de la tierra.




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