domingo, 5 de junio de 2016

Un romántico en la cocina. Mi sueño, Malela.



Cómodamente sentados, como si estuviéramos en el salón de casa, viajamos por el globo sin movernos del sitio ni apretarnos en clase turista, esta es mi idea de un restaurante, donde puedes envolverte del aroma y el sabor de distintos platos del globo. Con una cocina que se salta a la torera determinadas normas, donde interviene la palabra "diversión", donde no se olvida la tradición, al final sacas una carta que es novedosa, sabrosa y colorida; todo un lujo en este mundo de modas fotocopiadas. Los platos salen directamente de la mochila de viaje del cocinero, un zurrón en el que hay unos toque de esto y un poco de aquello, donde el cocinero está haciendo la cocina que le gusta y con la que se siente cómodo, donde por momentos se siente como Willy Fog dando la vuelta al mundo en 80 días, metiendo en su morral todas esas especias que se encuentra por el camino, guardando en su cartera todos esos sabores y olores, sellando su pasaporte cultivado por la tradición e historia de cada cultura. Esta queridos amigos es mi visión de un restaurante.

Me mola esa idea de defender ese pequeño mundo que es a fin de cuentas tu casa, ya que pasas más horas en el que en tu cama, imaginarme que estamos en esa pequeña aldea gala, donde los indestructibles Asterix y Oblelix luchaban contra las legiones romanas, eso es lo que deberíamos hacer todos los cocineros, llámenme romántico si quieren, pero sigo pensando que cuando un cliente se saca el nudo de la servilleta del cuello, pide su café y su rostro muestra una sonrisa es el momento donde sabes que has conseguido tu propósito, sientes esa complicidad con el cliente, un rollito particular donde se cruzan miradas y emerge la satisfacción de ambos y un "gracias" de ellos por que les has hecho viajar con tus platos y tuya porque han elegido tu casa pudiendo ir a otra, es así de simple, no hace falta más, ahora vuelvan a llamarme romántico, pero es la realidad.


Si se guían por esos reality gastronómicos pues vamos perdidos, hasta hace un tiempo leí sobre un programa Chef busca esposa, ¡Hasta donde!, ya se porque no tengo tele, sigamos nuestro viaje, tenemos 80 días, ¿recuerdan?.


Cuando empecé mi aventura en Malela, lo hice pensando en un sueño, en una idea de cocina que sorprendiera a los clientes y fuera una cocina sin fronteras, cocinar por varios países, dando un toque personal y adaptarlo a los sabores de mi tierra canaria.Es más o menos lo que me inculcó Maricristo y Raúl los verdaderos creadores de Malela Comidas y Café, los que llevaron a la realidad su sueño,cuando yo llegué simplemente me deje llevar por ese sentimiento. Ha pasado el tiempo y he decidido volver a los orígenes, empezar de nuevo con esa idea de esta casa, sí ya sé van a llamarme otra vez romántico, pero es la única manera de cocinar, sentir el latir de tu corazón cada vez que arrancas una receta.

  El caprichoso destino hizo que se cruzara en mi camino Mundo, mi Jefe de sala, que tiene ese mismo sentir, imagínense un romántico de una sala que hace que el cliente se sienta como en su casa, valora esa complicidad que termina en sonrisa y con un espíritu aventurero que le hace aprender día tras día, un Jefe de sala de los de antes, de esos que ayuda a sentar a las señoras y da la mano al señor, de esos que llevan por lema que el cliente es lo primero, por desgracia eso se ha perdido mucho.

Cuando consigues unir dos almas al mismo fin estás convencido de que los clientes son lo primero y eso se nota, ¡¡vive dios!! que sí.

En esta aventura tenemos el pasaporte a punto, el "petate" preparado para llenarlo de nuevos productos, nuevas ideas, aprender y sobre todo divertirnos. Seguir siendo unos románticos, meternos en la piel de Asterix y Obelix, dar un toque mágico al más puro estilo de Disney y sobre todo defender la tradición, esa cocina que empieza en el culo de las ollas.Señores y señoras bienvenidos a una aventura donde los sueños gastronómicos muchas veces se hacen realidad y si no siempre nos quedará una sonrisa.


Que sueño, que idea, ¡demos gracias a Dios, podéis ir en paz!.



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