lunes, 13 de febrero de 2017
Arrancando el día en el mercado.
A las 4 suena el despertados, unos minutos después el café está listo, nos ponemos las pilas y arrancamos. A las 5 de la mañana, cuando aún ponen las calles, es el momento exacto en el que los cocineros trafican con el material que se quitan unos a otros y con el que luego tentarán a los clientes, que a esas horas de la mañana aún roncan. Si no lo han notado aún no se trata de una novela de misterio al más puro estilo de Sir Arthur Conan Doyle, se trata de un día de mercado. Cherne de ley, bacalao, sardinas... ¡Poseidón tiembla!.
Antes era al grito de hay papas negras, espárragos trigueros y boletus, ¡benditos agricultores!
Hay días y días, clientes y clientes, pero en todos y para todos como casi decían los mosqueteros de Dumas, los cocineros buscamos los mejores productos para luego llevarlos al culo de las cazuelas donde empieza el rollito verdadero, con un único fin, satisfacer a nuestros clientes y para ello tenemos que movernos rápido para conseguir el Santo Grial, no lo olviden con género de calidad siempre será más fácil.
Al hecho, yo no se a ustedes, pero para mi el pasear por el mercado lo comparo con el partido del domingo que diría un futbolero o un paseo por las calles de París que diría una señorita casadera de buen ver, una auténtica gozada pasar por las pescaderías y carnicerías, por la frutería y como no, por el puesto de las especias, eso amigos míos es el orgasmo total para un cocinero. Muchas veces caemos en la tentación de las grandes superficies pero les garantizo que ni la calidad ni el resultado es el mismo, mucho menos la experiencia de ese paseo, probando el género, escogiéndolo, mimándolo,nada de empaquetado, ufff creando envidias ¿no?.
Prueben la experiencia, disfruten del paseo y sobre todo compren buen género, a los jóvenes cocineros les invito a que lo hagan, al resto recuerden esta frase ¡Larga vida a la vieja escuela!
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