jueves, 17 de septiembre de 2015

Por que destrozan la cocina.

Recuerdo cuando empecé en esto, todo dios quería ser abogado, médico, astronauta, hasta policía, yo quería cocinar.
Aún recuerdo esa chaquetilla blanca, aquellos pantalones azul y blancos y el mandil con peto, el pañuelo al cuello o el gorro que siempre chocaba con la campana, empezábamos de abajo, fregando cazuelas y viendo cocinar cuando tenias tiempo, luego te daban una puntilla y un cebollero y dale, así nuestra marca inconfundible es un callo en el dedo índice, poco a poco ibas ascendiendo, hasta que llegaba el día que tanto esperabas, que te dieran un hueco en los fogones para demostrarte a ti mismo y a los demás que servías para esto, un poco de esto, unas gotas de aquello, marcar, reducir, emplatar con mimo y esmero aquello que habías creado, una interpretación de aquellas recetas de la abuela, con el tiempo y con inquietudes, preguntas sin respuesta, barreras entre países, ibas investigando, aprendiendo, rompías las fronteras, te atrevías con platos franceses, luego italianos, oías sobre el tartar, o el gulash, te atrevías con el roast beef, todo con tal de romper fronteras, cruzabas el charco, México, Argentina,Perú y así todos los países y decías porque no Asia, tenías el mundo en tu despensa y lo llevabas al fondo de la cazuela en ese fogón tan ansiado, siempre cuchillo en mano y defendiendo esa chaquetilla con humildad y respeto, hasta el diablo respetaba a los cocineros, y nosotros con ese alma rebelde que nos caracteriza, pactábamos con el fuego, tratábamos con sartenes, armados con nuestro cebollero, buscando el disfrute del comensal,que allí, pasando la puerta esperaba sentado a la mesa, cubiertos en mano y con la servilleta anudada al cuello, deseando llegara su plato y tú en la cocina con los nervios del padre que espera oir el llanto de su recién nacido, esperando ver esa sonrisa, solo así sabías habías hecho un buen trabajo, no venían a darte una palmadita a la espalda, ni tiraban cohetes como muchos de estos estudiantes o cocineros jóvenes se creen, Chef se llaman a si mismos, por Dios, eso hay que currarselo, horas y horas delante de un fogón, con tu cuchillo picando sobre esa tabla, pasando calor, tanto que ni Lucifer te haría una visita, y esto me lleva, queriendo o sin querer al aspecto televisivo, que cabronada es esa?, por que engañan, por que juegan con el trabajo de tantos y tantos cocineros que a lo largo de los siglos han defendido con orgullo y honor esta chaquetilla, por que nos hacen sufrir y pasar nervios cuando ponen esas pruebas a los "traidores de profesión" que se prestan a ello, cuando no es la realidad de la cocina. Y así mil preguntas más, que les hemos hecho nosotros los que si respetamos esto a esos que les ha dado por volver reality nuestra profesión.
Parásitos de la industria gastronómica, por que violáis todas nuestras normas no escritas y también las pactadas, por dinero? así empezó Judas, por fama?, James Deán también la busco y mira como terminó.
Recuerdo cuando Paul Bocuse, Juan Mari Arzak, entre otros se ganaban al comensal en la mesa con sus platos, no como este elenco encabezado por Chicote pendiente de si esta bien peinado, humillando a compis de profesión, dando voces o diciendo sandeces, joder entra en la cocina y has lo que ahí se hace, cocinar para el cliente, no por ego, no por salir en la caja boba, hazlo por la sonrisa del comensal, retate a ti mismo intentando superarte para seguir sorprendiendo a tus fans número 1, tus clientes, no a unos teleadictos que andan atrás del televisor, bocata de tortilla en mano viendo como tu te desgañitas.
Señores hay que dar un golpe a la mesa, decir basta, dejen de matar esta profesión, diviertanse y punto. Recuerden sus orígenes cuando empezaban y vuelvan a ellos.

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