Llegan momentos en los que uno ( puedo hablar en nombre de muchos, pero no lo haré), se plantea que camino seguir en esto de los fogones, algunos tenemos la suerte de ejercer por cuenta propia, ya que no sólo se planean el asunto por el ambiente externo, le suman las ansias de protagonismo de determinados propietarios, muchos de ellos que se metieron en este oficio porque oyeron decir que se ganaba pasta, igual por eso ponen el cartel de “closed“ antes del primer año muchos de ellos.
Vayamos a lo que nos congrega hoy aquí como fieles peligreses en nuestro templo habitual conocido por muchos como bar, cafetería, restaurante, guachinche o está nueva catalogación de gastro-guachinche, ( así no excluyo a nadie, pero que quede claro no tengo claro su significado).
La biblia lo pone claro, dar de comer al hambriento y de beber al sediento, esa es nuestra misión independientemente de lo que decidamos cocinar, aquí un inciso, un teriyaki por poner un ejemplo, no es nueva cocina, es un plato tradicional de siglos en un país más allá de nuestras fronteras, lo digo porque más de uno no sabe qué Colón llegó al nuevo mundo poco antes del 1500.
Me volví a enredar, continuemos, hoy no voy a dejar títere con cabeza, ni a mi mismo, ese momento de reflexión que les decía, que camino coger, me vino a cuenta de un libro de Don Álvaro Cunqueiro, me puse a dar vueltas a la cabeza y me dieron más ganas de dejar esto de los fogones que de encenderlos y eso queridos amigos es mucho decir en mi, ya que les prometo Le dedico una media de 17 horas al día a este asunto siete días a la semana cual farmacia de guardia.
Hemos olvidado que el cliente es lo primero, muchos se obsesionan con los premios y galardones, ¡ las medallas en lo juegos olimpicos! o enrolense en el ejército y a dar la vida por el país, muchos intentan rizar el rizo y a veces no es necesario y lo más importante, hemos olvidado de donde venimos y porque cocinamos. ¡ Hostia cocineros a caldo!.
Queridos señores que van a un local de comidas, no olviden que en esto hay pocas cosas claras, entran, consumen, pagan y salen, luego lo que pasa en entre esos pasos es un baile entre el equipo de trabajo y ustedes, no hace falta vayan con el boli en la mano apuntando que escribir en las redes sociales o en esas páginas de “criticas“, ¿han pensado como actuarían si fueran a su trabajo y los juzgaran?, ¿molaría?, ¿ son conscientes de lo duro que es este oficio y que no se permite un mal día?, ¿ saben realmente lo que intenta transmitir el cocinero?, ¿ saben que esto es cuestión de gustos y que un plato que ustedes dicen No, otros dicen Si?...
Señores “críticos", no me ven pero suelto lágrimas de las risas que me entran pensando en lo que voy a escribir... ¡Perdonalos Padre no saben lo que hacen!. Napar no es un país ni un estilo raro de cocinar, cebolla en juliana no es nombre de mujer, tempura no es un estado del clima... se los detallo así para no decir lo que realmente pienso puesto que mi abogada me dice tenga cuidado con lo que escribo, por lo tanto lo que viene ahora va a modo indirecta, los del oficio de verdad, esos que ustedes dicen vieja escuela, no tienen ya dientes de leche, por eso dicen que No a pagar porque les pongan buena crítica o pagar para que los pongan los primeros en esos premios irrisorios, ¡uy, lo escribí!., ¿ saben por qué?, se los voy a explicar a modo secreto, si se paga por una crítica positiva, cuando ustedes ponen que tendrán un orgasmo ( creo esto no tengo que explicarlo), comiendo en tal o cual local, como es bajo pago a ustedes, pues el cliente que va porque lee esa crítica va esperando sea lo que ustedes escriben, es decir, si no es lo escrito lo real, quedarán ustedes como de "tontos hasta decir basta", igual de culpa tiene el local que les paga. Por cierto, yo si tengo un título que pone Técnico especialista en hostelería, especialidad cocina ¿ustedes, señores críticos de postín?. Ya saben porque no quiero salir a jugar con ustedes.
Señores simplemente dediquense a comer, beber y disfrutar. ¡ Hasta más ver!.
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