Es muy difícil ser profeta en tu propia tierra y ni les cuento lo que tiene que ser conseguir tirar para adelante.
La regla de oro es amaestrar a la clientela, para eso es fundamental comprar bien y no dar jamás gato por liebre, escucharlos atentamente y acostumbrarlos a lo mejor, para que vuelvan y vuelvan sin aburrirse jamás, con ganas de estrecharte siempre la mano. Uno termina queriendo mucho a sus clientes habituales, ya saben, cosas que pasan desde el principio de éste oficio. Jaque mate. Siempre existirán chorradas que nos venden algunos profetas contemporáneos, cantautores rancios y soporíferos de una gastronomía “protesta” a la que le huele ya la sobaquina. Todo tiene su por qué.
. En todas las "cuevas" se cocina “in situ” y los fogones escupen humo desde bien temprano, sin caer en el canto de sirenas? No. Son h-o-s-t-e-l-e-r-o-s con todas sus letras, como pudieron leer al comienzo, si hasta aquí llegaron. Las cocinas han ido evolucionando con el tiempo y va despejando las dudas a los más escépticos, pues la cocina se apretó las tuercas después de hacer acto de contrición tras sufrir la dura pandemia.
Inauguraron y les cayó la de Sodoma y Gomorra, como a otros muchos, así que reformularon su oferta. Hoy, todo está rico y atienden con eficacia y sin estridencias, la cerveza está fría y como diría mi abuelo, lo frío, frío, y lo caliente, caliente. No esperen pirotecnia ni elaboraciones fuera de la cocina tradicional pues la oferta se estructura en torno a platos apetecibles, currados en el culo de las cazuelas o en las cestas de las freidoras.
Vayan, coman y pásenlo bien, que ya saben que en cualquier momento nos llama el médico de cabecera. No pierdan jamás la ilusión por el buen comer y pónganse hasta las orejas.
Que la diosa de los fogones les acompañe, que la fiesta son dos días.
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