domingo, 1 de octubre de 2017

Mercado, restaurantes y cocineros.



Comenzamos esta crónica que versa sobre papas, carne, chaquetillas de doble botón en hilera y paralelo, vinos canarios, pimientos y calabazas, a través de un marco proyectado en perspectiva sobre huertas, mercados, alacenas y la despensa de la que se surte. Sin mayor propósito que el de acercar la mejor cesta de la compra hasta la mesa, cocinándola con sentido común, modernidad, buen gusto, elegancia y mucha mano, esto señores es la vida en cualquier restaurante que tenga un cocinero que vele por sus clientes y el buen hacer, manjares sabrosos de proporciones naturales que nos hagan meditar, así se lo transmite un servidor, ya saben que hay mucho memo gastando tinta con el único fin mesiánico de descifrarnos al resto de mortales lo que los chefs quieren transmitirnos con sus propuestas, y dentro de ese marco amable,es bien difícil encontrar cocineros solícitos, frescos, normales y sensatos por lo tanto cuando vayan a un restaurante,vean platos redondos y ningún plato tipo pizarra, digan ¡sí, aleluya! y si encima es de los que nada se adorna demasiado, todo está listo para servir y si lo piensas un instante, sientes que podrías comer y cenar así todos los días del resto de tu vida, con la misma ilusión y sin desmayo.Es mano de santo, como ya les advertí y por su felicidad y la de sus acompañantes, no pierdan de vista mis consejos y sean simpáticos. Esto va a toda mecha.Buscando las palabras un año más e intentando en vano recrear el milagro de una casa con solera. En estas islas seguro que dan con muchos locales que representan una forma de guisar que en su estado de máxima expresión se muestra desnuda, simple, aligerada, reinterpretada, sabrosa, festiva, embriagadora y aliñada sin complejos con multitud de precisas notas exóticas, recuerden una carta se construye en el mismo centro del mercado con los productos que una vez seleccionados, forman una cocina repleta de gusto y rinde sentido homenaje a la cocina de toda la vida, esa que se guisa en el culo de las ollas respetando las estaciones, el gusto de los clientes y la tradición.

Doy fe que disfrutarán de los platos más representativos, siempre acompañados de una sabia selección de vinos canarios, de esos que le dejaran un grato sabor durante la comida.

El restaurante es un teatro donde se debe convencer a un espectador curioso y exigente, pero el cocinero debe unir materia y memoria, huyendo del atropello y persiguiendo la excelencia de la simplicidad.Por los siglos de los siglos, amen. Podéis ir en paz. Demos gracias al señor.

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