jueves, 28 de septiembre de 2017

Comensales y cocineros, novedad y recuerdos.



Antes de este "jaleo" mediático en el que se ha convertido este oficio, el personal de a pie salía a comer y lo que buscaba era un garito de esos que el lema era al más puro estilo bíblico "da de comer al hambriento y de beber al sediento". Eso estimados amigos era la idea del local de turno y de nosotros en esa época, ¿recuerdan cuando eran chavalitos de colegio?, los domingos después de misa de 12, tocaba subirse al coche y decías para tus adentros que vaya a mi restaurante favorito y ya te imaginabas esos platos que ibas a pedir...

¿Y porqué demonios les largo todo esto? Ya dije al comienzo que sobre felicidad tratan estas historias que les escribo sobre los asuntos del comer, y que poco le interesan a uno ya las volteretas, la fiesta y la puñeta frita, era todo muy sencillo, se cocinaba de verdad, platos que entendías y sobre todo de toma pan y moja, por suerte las nuevas tendencias es rescatar esos sabores y esos sabores clásicos de cada tierra, en este caso, Canarias.

Otro hábito que ha cambiado es el esperar a que el cocinero, ( Chef para los de la ESO), salga a la sala a saludar, como si fuera el Papa, cual sumo sacerdote con su chaquetilla inmaculada, ¿ han pensado hacer a la inversa?, acercarse a esa "cueva" donde se cuece todo, pedir permiso entrar en ese santo recinto y decir ¡¡¡ que tal chef!!!mientras dan un apretón de manos, a que seria la hostia en verso eso, a pesar de que pueda entenderse la valentía que supone franquear la puerta de una cocina, rumbo a lo desconocido, les insistiré una y mil veces en que convendría que hicieran suya tan saludable costumbre, los más bregados del gremio interpretarán como una inequívoca señal de reverencial y sumo respeto. Así que sonrían y repartan buen rollo a diestro y siniestro a un equipo prieto siempre bien dispuesto, en este mismo instante comprenderán porqué se ha de entrar sonriendo en un restaurante.No es uno cronista de la corte ni falta que hace,pero si les escribo realidades que no verán en los anuncios de la tele sobre este noble y viejo arte de dar de comer al hambriento y de beber al sediento que les decía al principio, es de lo que al fin y al cabo trata todo este asunto del restaurante, aunque algunos lo disfracen de “acción artística” y adopten ese rictus de creador atormentado, ¡cocineros, salven al soldado Ryan!.

Se crean amigos y enemigos en estas lides, quizás por eso y por teclear articulillos entretenidos y desenvueltos, pero uno es tipo Jonh Wayne en las películas de los sábados a la tarde cuando niño y se mantiene fiel a los verdaderos valores de este oficio, contandoles los avances y retrocesos que va sufriendo este noble trabajo que es el cocinar, intentando poner un poco de luz de velas donde ahora solo se ven las luces de los focos. ¡¡¡ Dios salve a la reina!!!.


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