domingo, 18 de agosto de 2019

Junta letras gastronómicos

Siempre he dicho que soy un lector empedernido de este mundillo de la gastronomía, en parte porque me dedico a esto y ya de mocoso cuando estaba en la escuela de cocina pues más me daba por leer, me saltaba ese paso de las recetas, me aburre, para eso veía cocinar a mi abuela, a mi madre o al del bar de la esquina que hacía unos calamares del copón, que quieren que les diga, las recetas van y vienen, se trastocan, se adaptan y un largo etcétera, pero hoy no voy a hablar o mejor dicho aporrear mi teclado con historias de cocina, ni recetas, hoy me he puesto en modo guerrero, hoy voy a ser abogado del diablo, buscando respuestas a preguntas no respondidas, hoy toca un día con junta letras que no distinguen un melón de una sandía, lo crean o no, ya saben que me importa un carajo.
Un servidor, al igual que muchísimos de mis compis de oficio, se paso cinco años por una escuela de cocina, hasta me dieron un papelito y un diploma, de esos que hasta firmaba el rey o su cuño, que más da, luego desde el año 89, siglo pasado, antes de los móviles para los de la ESO, pues me metí en faenas por esas cocinas de Dios, al que por cierto no vi en ninguna de esas cuevas, igual es que hacía mucho calor, bueno al lío que me pierdo, pues eso, que igual después de cinco años de estudios, de casi treinta entreteniendo fogones, de haber leído algún libro que otro, como los de Cocina de Occidente el cual recomiendo, de Don Álvaro Cunqueiro, o de Cristino Álvarez ( Caio Aspicius), periodista gastronómico entre otras cosas, igual los de la ESO no lo conocen, pero muchos de los que van de sumos sacerdotes presumiendo de revistas, blog y yo que se que más... gastronómicos tampoco y aquí quería un leal servidor llegar. Como les decía, igual mis estudios, mis paseos por esos rincones de dios cebollero en mano, casi treinta años en esas benditas cuevas, igual ¡ que no lo afirmo! me dan la oportunidad, que no la razón, de opinar, escribir, juzgar y criticar sobre este oficio nuestro y créanme no lo hago, entre otras cosas porque valoro y respeto esos quehaceres de mis compis de oficio.
Pero si voy a lanzar esas cuestiones que decía al principio y a los que se sientan aludidos, pues me da igual sinceramente y no me ven pero me estoy partiendo la caja imaginandome la cara de estos junta letras cuando vean esto que me ha dado por escribir.
Evidentemente no puedo dar nombres, evidentemente ellos saben a quien va dirigido, sí, seguro, a esos que van a determinados locales y comen y beben "olvidándose" de abonar la cuenta o piden un sobre bajo mesa, que por cierto eso creo debería constar como publicidad y no como crítica, ignoro, en mi local no los admito, no se como se lo montan, o si pero no voy a decirlo.
A lío.
En que criterio y conocimiento de causa se rigen a la hora de juzgar el trabajo de profesionales de la cocina?.
Es una pregunta que siempre me he hecho, ya que aquí nos conocemos todos y no voy a decir el oficio o profesión de cada uno, pero si que ni es cocina, ni servicios ni gastronomía ni...
Otra pregunta, como si no distinguen sofrito de Salteado, pueden decir lo que el cocinero quiere trasmitir?
Si esto es una cuestión de sabores y cada uno tiene el suyo personal, si van solos o con un acompañante, como juzgan un plato que al igual como dirían los de Twitter, tiene 1000 likes y este junta letras dice que no. En que se basa?.
Así podría estar todo un día, es que leo mucho, pero si solo me responden a esas me doy por satisfecho.
Ahh, si un día van por mi casa, no olviden que yo invito si quiero, no por amenazas ni chantajes, ya que como puse al principio, me importa un carajo.
¡Dios salve a la reina!, feliz verano.

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