miércoles, 5 de septiembre de 2018

Una de nostalgia ¡oído cocina!.

Cuando uno era un infante y no me refiero a la casa real, los domingos subíamos al coche del viejito y en esa gran época no había ni GPS, ni móviles ni tanta historia como hoy en día, ibas a restaurantes que eran casetas de madera como en su día fueron en mi caso Casa Goyo o el Chipi Chipi, les recuerdo nací en una pequeña isla del archipiélago canario que lleva por nombre San Miguel de La Palma, La Palma para los amigos.
De esos recuerdos de infancia me vienen platos a la cabeza como los chicharrones de Casa Asterio, aunque su carne de cabra había que probarla, las Garbanzas del Chipi Chipi, la carne a la brasa de la Parrilla de Las Nieves, los alfonsiños y los tollos de Casa Goyo... Podría numerar todos, hoy en día el codillo del Mesón, el potaje de trigo del asador del campesino o el del Bernegal, ¡ aleyuya!. De verdad, una forma típica Canaria de entender esto de dar de comer al hambriento, las morenas fritas en la cabaña, las sardinas de las prohibidas en Casa Tomás, ¿quien no dio un salto a las esplanadas a por esas cosas y cervezas frías?.
Algunos de estos locales ya han desaparecido, pero son de los que me traen recuerdos. No existía esta gilipollez crónica en la que se está convirtiendo este oficio, ni tirabamos de móvil para poner 5 estrellas ni un comentario catalogando como se comía en esos lugares, sean de donde sean, si son de esas quintas donde no existían estos avances modernos, estoy seguro de que a todos ustedes les está viniendo a la cabeza esos locales donde iban en esas épocas de infancia o adolescencia, donde comían y bebían como si no hubiera un mañana disfrutando del momento y deseando que cuando acabará el día volviera a ser domingo. ¡ Dios salve a la Reina!.
Los que nos dedicamos a esto deberíamos reflexionar un poco en estos recuerdos, replantearnos por qué nos hicimos cocineros y los que acuden a estas casas donde dan de comer deberían desconectar el móvil por unas horas y disfrutar del momento, yo seguro que quiero mis hijos tengan esos recuerdos de esos lugares donde van a comer y beber ( aunque sea un Crush o una mirinda).
Que años aquellos, que de chicharrones y carne a la brasa que comí, aún a día de hoy pierdo la cabeza por esas sardinas de las prohibidas y sí, sigo apagando mi móvil de dos a cinco, que quieren que les diga, me va la nostalgia.
Señores pueden ir en paz, perdonen por la chapa, ¡Larga vida al rock and roll!.

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