François Vatel (1631 – 1671) fundó los cimientos de todo un protocolo de cocina y comedor que iniciaría la fama de la cocina francesa en el mundo entero. Vatel, el gran Vatel, como empezaba a ser conocido, elegía las recetas, supervisaba la elaboración de los platos, organizaba las compras, dirigía al personal de cocina y de servicio y, no conforme con esto, disponía la decoración de las mesas y diseñaba los espectáculos que divertirían a los comensales, el legado gastronómico que nos dejó Vatel, en solo cuarenta años de vida, ha quedado escrito con letras de oro en la historia de la gastronomía mundial. La “mantequilla Colbert”, el “Arroz Condé”, el “Lenguado Colbert” el "Puré Condé" la "duxelle de champiñones" o la increíble nata montada con azúcar que hoy conocemos como “Crema Chantilly”, decidió quitarse la vida con tres puñaladas en su pecho;un final trágico para este gran personaje. Su existencia entera había sido una comedia de falsos aplausos que a él ya no le importaban. El malestar de un comensal es una experiencia casi imposible de superar, la angustia por perder prestigio culinario carcome las entrañas. Los franceses tienen ese sentido dramático para su cocina y las artes.Puede resultar raro que les hable de todo esto en unas crónicas gastronómicas, pero si que viene a cuento ¡Avisados quedan!, por ello, se debe escuchar a los clientes, que es lo que más aprecia el ciudadano que aspira a ser el rey del mundo.
Si ya el el 1670 se sentía una presión descomunal por quedar bien con el comensal imaginen ahora, igual flipan pepinillos, pero es la realidad a la que se enfrentan muchos cocineros que les va ese rollito de la alfombra roja, perdón cometí un error, Chef. aunque lo que mola es cocinar y dar de comer, con una majestuosidad sin precedentes, teniendo las agallas de seguir escribiendo la historia de nuestra gastronomía canaria más reciente cada día, sin algaradas ni gilipolleces
Luego habemos otros que nos da igual la alfombra roja y si defendemos el producto de la tierra y nos mueven otros intereses alejados de ese circo en el que se ha convertido este mundillo nuestro, aunque salvo excepciones siempre van los mismos, como esa alineación de tu equipo favorito en los 80 que sabías de carrerilla el 11 ideal, no hay peor ciego que el que no quiere ver, al principio de este rollo les escribía sobre Vatel, un genio que creó platos que aún unos siglos después siguen dando alegrías y luego estos Chef de alfombras no recuerdan ni el plato que sacaron hace unos meses, igual algo estamos haciendo mal, pero son cuestiones que cada uno de nosotros, pobres herejes debe hacerse.
Creo lo más sensato es recordar los orígenes, pensar en para quien se cocina y puede que así nos divirtamos más y no nos de como a Vatel por apuñalarnos o como a otros pegarnos un tiro a la cabeza.
Diviertanse en los fogones y ¡alabada sea la diosa de los fuegos!, con la máxima de comer, beber y gozar
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